top of page
vaqueras del norte
In northern Mexico’s Baja California, where the state borders the United States, women are carving out a place for themselves in rodeo culture. Long considered the domain of men—often fiercely so—the cowboy tradition is something children here grow up with.
Each year, during the La Misión festivities, the rodeo becomes a stage where history and identity converge. The sport—part spectacle, part way of life—carries the legacy of Spanish colonial rule, the traditions of Indigenous communities, and the U.S. influence, whose riders often cross the border to take part.
Within this cultural crossroads, women are staking their claim. Their entry point was barrel racing, a women’s discipline that emerged in 1940s Texas. Now, they are moving into competitions once reserved for men: calf roping and, most daring of all, bull riding.
But their presence extends beyond the arena floor. From the way they dress to the dances they perform, even the stance they take as spectators, women are redefining what it means to belong in this space. Bit by bit, they are blurring gender lines in a sport steeped in tradition—challenging its rules, reshaping its culture, and doing so with pride.
***"
Las mujeres van abriéndose paso en los rodeos al norte de México, en Baja California, el Estado que limita con Estados Unidos. Allí la tradición vaquera, un mundo históricamente (y a veces hostilmente) masculino, se aprende desde la infancia.
Este proyecto muestra, durante el evento anual de las fiestas de La Misión, cómo se vive este deporte —que es espectáculo y forma de vida— atravesado por la herencia colonial española, las culturas de los pueblos originarios, y la influencia estadounidense (mucha gente de allá viene para participar en estas fiestas).
En este cruce de identidades, ellas reclaman su lugar. Primero lo hicieron a través de las carreras de barriles —una disciplina exclusiva para mujeres nacida en Texas, EE.UU., en los años cuarenta del siglo pasado— y ahora avanzan hacia competencias que antes solo disputaban los hombres: el lazo de becerro y, la más peligrosa, el jineteo de toros.
Pero más allá del terreno ganado dentro de la plaza de toros, la vestimenta, los bailes, hasta la posición como espectadoras, son también símbolos de fuerza y de presencia. Así van, poco a poco, desdibujando las fronteras del género en este deporte y, sin renunciar a la tradición, desafían las reglas establecidas y transforman con orgullo (y desde todos los ámbitos) una cultura profundamente arraigada.
bottom of page